martes, 22 de abril de 2008

Padre-

Aquel hombre.

Miro a ese hombre y en su hálito alcohólico, veo, no la injusticia de la vida, sino la ingratitud misma de esta.
Sus ojos de cansancio y como ordena sus cosas.
Como juega con el perro.

Un desprendimiento del alma, llega más lejos y duele menos que ver, no tu auto realización, sino lo contrario; lo que te fue predestinado, a la nada misma.

1 comentario:

Caro Arias dijo...

buen escrito... algo de soledad, por no decir mucha, tiene tu escrito..... cosa que debo confesar me agrada.


me gusto tu blog


suerte!